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Hágase!

  • Foto del escritor: Tomás Vidal
    Tomás Vidal
  • 27 mar 2020
  • 2 Min. de lectura

Con la última palabra de artículo sobre el Premio Nacional de Arquitectura de 1954, que más que una palabra es una voluntad y un canto al arte en un periodo tan oscuro en cuanto a este, quiero empezar mi primer escrito sobre este nuevo proyecto que divisamos en nuestros horizontes: Una capilla en el Camino de Santiago para el XV Concurso de proyectos Hispalyt.


La responsabilidad y delicadeza serán fundamentales en el nuevo proyecto, ya que se trata de una zona altamente comprometida con la historia, no solo por el Camino, también por toda la tradición cultural de la submeseta norte.


Hablando del proyecto de Saenz de Oiza, mi primera impresión al verlo ha sido el prejuicio de no se adapta al sitio, pero luego leyendo y entrando en contexto lo he ido entendiendo. De manera esquemática creo que la discusión se divide en una visión más conservadora (enfocada a la tradición) y en otra más progresista (enfocada a los nuevos tiempos y al arte). Esta eterna dicotomía sigue estando muy presente aun en la actualidad en muchos otros conceptos.


El comentario más desafortunado que he podido leer, no ha sido del padre Úbeda sorprendentemente para mí, ha sido de Fernando Chueca, afirmando que utopía e ingenuidad son inseparables.


La creación de este proyecto considero que no es un problema en vez de una solución, lo contrario que Camon Aznar. No es un problema pero tampoco la solución. Es un tema de debate, que acaba abarcando la amplitud de la arquitectura. Como expone Sanchez Camargo: se trata de que la arquitectura se ha puesto sobre el tapete.


Sobre el tapete de referencias también se ha puesto el texto de Hórreos de la memoria, el cual me parece muy sugerente y de donde se puede sacar mucha inspiración para el concurso. Sobretodo de la vertiente más paisajista y formal, donde creo que estará la clave del proyecto.


Por último, me gustaría acabar con una valoración enfocada al proyecto que se propone. Personalmente me atrae, independientemente de cualquier concesión religiosa, de la que creo que me abstendré, me llama la atención la creación de un espacio para la reflexión y meditación, no es el típico proyecto al que nos solemos enfrentar en la escuela. Es cierto que hay pocas reglas, pero la de la materialidad, sobretodo en este proyecto, coarta mucho. Afortunadamente creo que las piezas cerámicas pueden dar buenos resultados. Aunque el futuro de este proyecto es incierto y aún no sé que dificultades tendré ni a donde llegaré, lo importante ahora es, hacer Camino.

 
 
 

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