Casa Adler
- Tomás Vidal
- 9 feb 2020
- 1 Min. de lectura
Voy a aprovechar la oportunidad de cerrar la etapa de trabajo en la casa Adler, y que mejor que dedicarle unas lineas.
Hablaré sobre el proyecto, sobre que no se hizo y una reflexión sobre lo aprendido.
Para empezar, análisis tras análisis me hacen ver que lo más importante en esa silenciosa vivienda es el núcleo de escaleras y las transiciones entre los espacios, sobretodo del interior al exterior y viceversa. La importancia de la modulación es clave, y la influencia de “the room” esencial. No hay más, todo lo demás pienso que es algo forzado, incluso lo anterior en cierto modo. No hay nada evidente, todo, incluso lo que parece obvio que Kahn haría, es solo fruto de nuestra condicionada mente.
No veo que nadie cambie rotundamente la modulación, ni las columnas, ni que la geometría pase a ser orgánica, ni que haya otra planta por encima. Falta atrevimiento, quizás justificado.
Por lo que se refiere a mi aprendizaje, me he dado cuenta una vez más de lo fácil que se puede manipular, ya sea un proyecto o una forma de pensar, que salen 23 proyectos distintos porque cada uno pone de su parte más allá de Kahn, de que es más fácil partir de algo que tener una hoja en blanco, de lo poco que nos gusta la incertidumbre, de lo tedioso que es dibujar a mano teniendo el portátil al lado...
Voy a intentar guardarme este proyecto en la mochila (ya hablaré de la mochila más adelante) como una buena referencia, aunque tendrá un toque amargo, toque a posiblemente la peor entrega de mi vida.
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